Llegó el mes que nunca quise que llegara, Abril. Mi cumpleaños. Siempre he tenido cumpleaños horribles, ninguno digno de recordar, pero este último fue especial. Iba a ser el primero que pasaría con Ale.
Como cada 7 de abril, estuve muy nervioso, no quise salir de mi cuarto. Preferí quedarme echado en mi cama con las manos recogidas sobre mi cabeza y con la mirada perdida en el techo. No quise que nadie me saludara. Mi puerta estaba cerrada con pestillo, de todos modos yo estaba alerta por si alguien entraba. Si eso pasaba, entonces yo me haría el dormido para evitar el saludo.