Me acuerdo que nuestro primer mes cayó un martes. Como ya había empezado las clases en la universidad no tenía mucho tiempo para preparar algo. En realidad si podía y quería hacerle algo por mí misma pero mi miedo o vergüenza no me dejaron. Faltaba un día para nuestro primer mes y no sabía qué hacer.
Saliendo de clases me fui a caminar con mis amigas, una de ellas quería ir a Metro para averiguar sobre un libro. Pensé en comprarle algo ahí pero yo seguía con la loca idea de hacer algo por mi propia cuenta, fuimos a la parte donde están las tarjetas de amor y ahí encontré una que me gustó mucho, me hacía acordar a una canción y la compré.
Al día siguiente saliendo de clases me fui a mi casa rápido porque Eduard iba a ir, aún no me convencía darle la tarjeta, me parecía algo muy frío y seco. Decidí escribirle algo bonito ahí mismo pero me daba roche entregárselo, pensaba que no le iba a gustar.
Cuando Eduard llegó a mi casa, estuvimos conversando y dándonos besitos en el patio. Por esas fechas mi papá tenía una novia, Sol, quién siempre se llevó bien con nosotros, nos dijo para ir a cenar los cuatro a una pollería de la Av. Arequipa. Al regreso Eduard y yo nos quedamos conversando en la escalera, no sabía en qué momento darle la tarjeta, cada minuto que pasaba me desanimaba de dársela.
Cuando ya estuvo a punto de irse le dije que esperara un ratito, que iba a traer algo. Subí las escaleras y fui a mi cuarto sin pensar, se lo di con roche pero por fin se lo entregué.
Eduard me miró sorprendido, no abrió la tarjeta delante de mí, tampoco esperaba que lo haga pues no sabia si le iba a gustar lo que había escrito. Preferí que lo lea cuando esté solo, y por suerte así fue.
Él al recibir la tarjeta me dijo: '¿qué vergüenza, no? Yo no te he traído nada'. La verdad es que tampoco esperaba que lo haga, yo quería sorprenderlo con algo bonito pero no estaba segura si había hecho bien comprándole una tarjeta.
Al final lo que queda son los recuerdos, y aunque mi detalle haya sido uno chiquito, no me importa. Fue sincero y con amor. Yo quería sorprenderlo, y creo que no me equivoqué, porque más allá de que le haya gustado o no, estoy segura de que él lo guardará como un bonito recuerdo que simboliza nuestro primer mes de enamorados.
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