Ya sufrimos. Cada uno a su manera. Cada uno con un dolor que
el otro no entendería. Decidimos volver, no por resignación o por miedo a estar
solos. En mí caso, yo volví porque sentí que estuve a punto de perderla
definitivamente. Ese miedo a no verla ni sentirla nunca más me hizo sufrir en
soledad y entendí que debía construir todo de nuevo. Desde el principio.
Cultivar nuevamente nuestro sentimiento y si es posible hacerlo gigante,
fuerte, sin miedos ni nada que lo perjudique a futuro.
Yo quiero ser suyo. Quiero volver al mundo que
un día tuvimos, donde fuimos felices y solo nos importaba vernos y estar
juntos, abrazados, conversando mientras uno acariciaba al otro.
Extraño dormir con ella. A su lado. Dándole mi brazo aunque
termine adormecido. No había mejor placer que mirarla en la oscuridad de la
noche y sentir su respiración en mi pecho. Me gustaba engreírme y meter mi mano
dentro de su pijama. Tocarla y dormirme sintiendo su cuerpo tibio.
Hubo momentos que ella se sentía fea cuando amanecíamos,
pero para mí nunca lo fue. A mí me gusta como es, aunque ella muchas veces no me cree. Es testaruda. Todavía no sabe o no se da cuenta todo lo que provoca en mí o lo tonto que me pone cuando imagino cosas que quiero que vivamos.
Estamos intentando recuperar todo el tiempo que hemos
desperdiciado. Estamos volviendo a vernos más seguido. Hoy vino a mi casa y me
gustó lo que pasamos. Ha dejado el olor de su perfume en mi cama. Se siente rico echarse y
pensar que hace algunas horas ella estuvo aquí conmigo, besándome, sintiéndose
mujer. Ahogando nuestro deseo en besos largos y respiraciones profundas. No
existe mejor placer que sentirme adentro suyo intentando calmar mis ganas de
retenerla, de pedirle que no se vaya, que comparta su vida conmigo, que
me permita hacerla feliz.
Me gusta sentirme nuevamente enamorado. Sobre todo me gusta
que sea Alejandra quien otra vez haya aparecido en mi vida para hacerme sentir
lo que es el amor. Quiero ser su comienzo y su final. Quiero sorprenderla y que ella me sorprenda a mí. Como hoy, cuando quiso hacerse la cocinera y agarró la tapa de una olla para freír un filete de pollo. Es tan tierna. Conociendo sus limitaciones se esfuerza para que yo la vea y me enamore un poquito más. Vale completamente la pena cada minuto a su lado. Presiento que este amor nos tiene muchas sorpresas preparadas. Ella y
yo lo merecemos, merecemos ser felices de verdad.
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