domingo, 8 de julio de 2012

Día del amigo, sin amigos


Mientras todos estaban celebrando el día del amigo tomando, cantando, bailando y sabe Dios qué cochinaditas más, Ale y yo decidimos darnos un tiempo para nosotros, para estar juntitos, para compartir nuestro amor. Sin tragos ni música alta, sin cánticos ni luces de colores, sólo velas y miradas  tiernas, sólo palabras suaves y delicadas, un poco de café caliente para frío y una película de amor.

En mi casa todos habían salido, mi papá con mis tíos y mi hermano con sus amigos. Yo no había planeado nada, todo fue natural, imprevisto, se dio solito.

Ale y yo llevábamos mucho tiempo sin tener nada especial, y ella, en cierta forma, me lo hacía saber pero yo ignoraba toda suplica y dejaba pasar el tiempo.

Había dejado de escribirle cartas y poemas, no le hacía detalle alguno, ya ni nos tomábamos fotos para presumirlas en nuestras cuentas de Facebook. Ella ya no recibía nada de mí, últimamente nuestra relación estaba yéndose a pique por peleas constantes y vacías. Peleábamos de todo y de nada también. Por eso quisimos olvidarnos de las discusiones y darnos tiempo para nosotros, para tener un espacio que nos pertenezca. Solo ella y yo.

Al principio no sabíamos qué película íbamos a ver, no sabíamos de las velas ni de la noche que nos esperaba. Yo le propuse ver 'El amor en los tiempos del cólera', ya que meses atrás habíamos visto solo una pequeña parte pero nunca la terminamos de ver, quedó pendiente. Ella no se opuso y la descargamos. Bajé  la Laptop a la sala y la conecté con LCD para ver mejor la peli.

Mientras dejamos que la peli cargue para evitar interrupciones, nos preparamos Tacos, ya estaba  todo listo, solo era cuestión de calentar la maza un par de minutos en la sartén o meterlo al microondas algunos segundos - hicimos lo primero - una vez hecho calentamos un poco de agua para tomar cafecito.

Luego apagamos la luz y pusimos la peli. Fueron dos horas largas frente al televisor, abrazaditos, robándonos besos chiquitos que descansaban en nuestras mejillas, y si había mayor suerte, en nuestros labios.

Cada vez que terminaba una escena romántica, nosotros volteábamos a mirarnos y nos sonreíamos suavemente como diciendo: yo quiero vivir eso contigo. Nos acariciábamos la mano y yo me enamoraba más de ella.

 Toffee, el perrito Cocker de mi hermano, estaba con nosotros, pero él estaba echadito durmiendo a un lado del sillón, tranquilito, sin hacer tanto escándalo, no quería arruinarnos la noche.

La película terminó como  a la 1 de la mañana, no sabíamos si ver otra o irnos a dormir. Nos quedamos conversando unos minutos, la música que acompaña los créditos de la peli empezó a ser suave y romántica, nos relajaba. Nos besamos un rato largo.

Después preferimos irnos a dormir. Era lo más prudente sabiendo que ella tenía que salir temprano al día siguiente a casa de su mamá, así que apagamos todo y subimos. A mí se me ocurrió poner velitas en el cuarto para darle un ambiente especial a la noche. A ella le gustó la idea.

Nos alistamos, nos echamos, nos miramos, nos tocamos, nos besamos y nos amamos como dos locos enamorados, con besitos suaves y con cierta fuerza pasional.

Y así acabo la noche, a su lado, en sus brazos, juntos, cuidándola, sintiendo su respiración, su calor, su cuerpo.

No sé cuántas noches como ésta vuelva a vivir, pero no importa, mientras disfrutemos el tiempo juntos seguro habrán muchas más, y seguro que cada una tendrá algo especial, algo que solo compartamos los dos, algo que nadie entienda, que nadie sospeche, que solo ella y yo guardemos, no como un secreto, sino como un recuerdo de amor. 

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